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Resúmenes de Traumatologia UPNA

Autor: Dr. Ángel Mª Hidalgo

RESUMEN TEMA 8

TEMA 8 - FRACTURA DE TIBIA-PERONE Y TOBILLO. RESUMEN

1. Fracturas de la Extremidad Superior de la Tibia

Clínica

Las fracturas de la extremidad superior de la tibia ocurren comúnmente por traumatismos de alta energía, como accidentes automovilísticos o caídas desde altura, donde se produce una lateralización e impactación de la articulación de la rodilla.

Síntomas clínicos típicos incluyen:

Dolor intenso, que se agrava con el movimiento o al intentar apoyar la extremidad.

Impotencia funcional, es decir, la incapacidad para utilizar el miembro afectado.

Dolor a la palpación (presión directa sobre la zona lesionada).

Hemartrosis: Acumulación de sangre dentro de la articulación, lo que produce hinchazón significativa y limita aún más el movimiento.

Lesión del nervio peroneo común (CPE), que puede afectar tanto la función motora como sensorial del lado externo de la pierna y el pie.

Lesiones ligamentosas: En las fracturas de la meseta tibial, las lesiones ligamentosas son comunes, pero son difíciles de valorar durante la fase aguda debido a la inflamación y el dolor.

Clasificación Anatómica

Las fracturas de la extremidad superior de la tibia se clasifican según la localización del trazo de fractura y el patrón de afectación de los platillos tibiales:

Fracturas del platillo tibial externo: Son las más frecuentes debido a la disposición anatómica y la transmisión de cargas hacia el compartimento externo de la rodilla. Estas fracturas pueden asociarse a inestabilidad del ligamento lateral externo.

Fracturas del platillo tibial interno: Son menos comunes, pero cuando ocurren pueden acompañarse de daño significativo en los ligamentos internos de la rodilla.

Fracturas espino-tuberositarias: Estas fracturas tienen un trazo que comienza en uno de los platillos tibiales, atraviesa la espina tibial y termina en la cortical del platillo contralateral. Este tipo de fractura afecta tanto la estabilidad de la rodilla como la funcionalidad a largo plazo.

Fracturas bi-tuberositarias: Estas fracturas afectan a ambos platillos tibiales, lo que implica una mayor complejidad y una posible afectación de la estabilidad articular.

Mecanismo Lesional

Las fracturas de la extremidad superior de la tibia pueden ser causadas por diferentes mecanismos de lesión:

Compresión axial: La fuerza de compresión axial puede producir fracturas bi-tuberositarias y espino-tuberositarias, en las que se comprometen tanto el platillo interno como el externo.

Compresión lateral: Es responsable de fracturas desplazadas y fracturas por aplastamiento del platillo tibial, especialmente cuando hay un traumatismo dirigido lateralmente.

Tracción y movilización: Estos mecanismos pueden dar lugar a fracturas complejas, desplazadas y con importantes secuelas funcionales si no se tratan adecuadamente.

Tipos de Fracturas de la Meseta Tibial

Fracturas uni-tuberositarias: Afectan únicamente a uno de los platillos tibiales, ya sea el externo o el interno. La estabilidad articular puede verse afectada dependiendo de la gravedad del desplazamiento.

Fracturas espino-tuberositarias: Se caracterizan por un trazo de fractura que involucra tanto el platillo tibial como la espina tibial. Estas fracturas son complejas y suelen requerir tratamiento quirúrgico.

Fracturas bi-tuberositarias: Involucran ambos platillos tibiales y son típicas de traumatismos de alta energía. Pueden acompañarse de aplastamiento del cartílago y hundimiento articular.

2. Tratamiento de las Fracturas de la Meseta Tibial

Tratamiento Ortopédico

El tratamiento conservador está indicado en fracturas no desplazadas o con desplazamientos mínimos, en las que la estabilidad articular no está comprometida. Este tratamiento incluye:

Inmovilización con yeso o férulas para mantener la fractura en su lugar durante el proceso de consolidación.

Movilización precoz y suave: Una vez que la fractura comienza a consolidar, es fundamental iniciar la movilización temprana de la rodilla para evitar rigideces articulares y contracturas que limiten el rango de movimiento.

Tratamiento Quirúrgico

Las fracturas desplazadas o con hundimiento del cartílago suelen requerir tratamiento quirúrgico. Las principales indicaciones quirúrgicas incluyen:

Elevación del platillo tibial: En fracturas con hundimiento, el cirujano debe levantar los fragmentos óseos hundidos para restaurar la superficie articular.

Sostén con injertos óseos: Después de elevar los fragmentos, es necesario colocar un injerto óseo debajo de los fragmentos elevados para sostenerlos en su posición anatómica.

Osteosíntesis con tornillos o placas: Para fijar los fragmentos y estabilizar la fractura, se utilizan tornillos o placas con tornillos. Esto garantiza que los fragmentos no se desplacen durante el proceso de curación.

Movilización precoz: A pesar de la cirugía, es esencial movilizar la articulación de manera temprana y suave para prevenir la rigidez articular y facilitar la recuperación del rango de movimiento.

Tratamiento en Fracturas con Lesiones Ligamentosas

En las fracturas que se acompañan de lesiones ligamentosas, se debe reparar tanto la fractura como las estructuras ligamentosas dañadas para restaurar la estabilidad articular. La falta de reparación adecuada de los ligamentos puede resultar en inestabilidad crónica de la rodilla.

Tratamiento en Niños

En los niños, las fracturas de la meseta tibial pueden afectar el cartílago de crecimiento y, a largo plazo, provocar trastornos del crecimiento que resultan en deformidades como genu valgo (piernas arqueadas hacia afuera).

Si la fractura no se reduce anatómicamente, puede ser necesario realizar una osteotomía o una epifisiodesis asimétrica (si existe potencial de crecimiento) para corregir el alineamiento.

3. Fracturas de la Diáfisis de la Tibia

Clínica

Las fracturas de la diáfisis de la tibia son comunes en lesiones de alta energía como accidentes de tráfico o caídas desde altura. Estas fracturas suelen ser abiertas y estar asociadas con lesiones en las partes blandas.

Síntomas típicos:

Dolor severo en la región afectada.

Incapacidad para apoyar el pie o la pierna.

Edema e inflamación alrededor de la fractura.

Deformidad visible si la fractura está desplazada.

Lesiones Asociadas

Las fracturas diafisarias de tibia suelen acompañarse de lesiones en otras estructuras óseas y articulares:

Fractura del peroné: Es común que el peroné también esté fracturado en las fracturas diafisarias de tibia.

Lesiones ligamentosas de la rodilla o el tobillo: La gravedad de las lesiones articulares puede variar dependiendo del tipo de fractura y del mecanismo lesional.

Lesiones en partes blandas, como músculos y vasos sanguíneos, pueden complicar el tratamiento y aumentar el riesgo de infecciones y otras complicaciones.

Tratamiento Conservador

Se indica en fracturas estables y con mínima lesión de partes blandas. El tratamiento incluye el uso de:

Yesos funcionales: Permiten cierto grado de movilidad de las articulaciones mientras mantienen la estabilidad de la fractura durante la consolidación.

Tratamiento Quirúrgico

El tratamiento quirúrgico está indicado en fracturas inestables o aquellas en las que no se puede mantener la reducción de la fractura. Las indicaciones para cirugía incluyen:

Fracturas por alta energía con daño severo en las partes blandas.

Fracturas abiertas, que requieren limpieza quirúrgica (debridación) y estabilización urgente para prevenir infecciones.

Fracturas con lesiones asociadas, como fracturas del fémur o lesiones en la rodilla.

Opciones Quirúrgicas:

Clavo intramedular: Este tratamiento es considerado el estándar de oro para las fracturas de la diáfisis tibial. El clavo intramedular se inserta a través del canal medular del hueso, estabilizando la fractura desde dentro. Este método tiene varias ventajas:

Permite una movilización temprana del paciente.

Mantiene la alineación correcta del hueso durante el proceso de curación.

Se puede usar en fracturas cerradas y abiertas con bajo riesgo de infección.

Sin embargo, hay complicaciones asociadas con el uso del clavo intramedular, como dolor en la rodilla, infección (particularmente en fracturas abiertas), y, en raros casos, la rotura del material si no se logra la consolidación adecuada. También puede ocurrir un bloqueo del clavo, que impida el movimiento o cause dolor residual en la rodilla.

Placas y tornillos: Son una opción preferida para fracturas que no son aptas para el clavo intramedular, como las fracturas con compromiso articular o fracturas conminutas (cuando el hueso está fragmentado en múltiples piezas). En estas fracturas, se realiza la fijación externa con placas metálicas que se fijan a través de tornillos que estabilizan los fragmentos óseos.

Fijación externa: Indicada principalmente en:

Fracturas abiertas, donde existe un riesgo elevado de infección debido a la exposición ósea.

Pacientes politraumatizados, en los cuales la estabilización rápida es necesaria antes de poder abordar otras lesiones.

Esta técnica permite una estabilización temporal mientras se aborda la fractura de forma definitiva, o se espera la curación de las partes blandas para una cirugía secundaria.

Métodos mixtos: En casos más complejos, como las fracturas combinadas de tibia y peroné, puede ser necesario utilizar una combinación de clavo intramedular en la tibia junto con una placa en el peroné para proporcionar una fijación más robusta y asegurar una buena alineación de ambos huesos.

Complicaciones de las Fracturas de Tibia

Las complicaciones más comunes de las fracturas diafisarias de tibia incluyen:

Pseudoartrosis: Ocurre cuando la fractura no se consolida en el tiempo esperado. La pseudoartrosis puede ser:

Séptica: La presencia de una infección impide la curación adecuada del hueso, lo que requiere tratamiento antibiótico y una posible intervención quirúrgica para retirar el tejido infectado.

Aséptica: No hay infección, pero el hueso no se une correctamente. Esto puede deberse a una fijación inadecuada o a una inestabilidad del foco de fractura. En estos casos, puede ser necesario realizar una revisión quirúrgica para estabilizar nuevamente la fractura y promover la consolidación.

Pérdida de movilidad: Las fracturas que afectan la parte distal de la tibia, cerca del tobillo, tienen mayor riesgo de generar rigidez articular o pérdida de movimiento en el tobillo. La movilización temprana y la rehabilitación son cruciales para minimizar este riesgo.

Desviaciones angulares o rotacionales: Cuando una fractura no se reduce adecuadamente, puede generar deformidades en el eje de la pierna, lo que puede afectar la función y estética de la extremidad. Estas desviaciones pueden requerir osteotomía correctiva para realinear el hueso.

Problemas con las heridas: Las fracturas abiertas o con daño en las partes blandas son más propensas a infecciones o problemas en la cicatrización, lo que puede complicar el proceso de consolidación y la recuperación del paciente.

4. Fracturas del Tobillo

Anatomía

La articulación del tobillo es una estructura compleja formada por la tibia, el peroné y el astrágalo. Está rodeada por una serie de ligamentos que proporcionan estabilidad y permiten los movimientos de flexión, extensión, inversión y eversión. Los ligamentos principales del tobillo incluyen:

Ligamento lateral externo: Este ligamento está compuesto por tres fascículos:

Ligamento peroneo-astragalino anterior.

Ligamento peroneo-astragalino posterior.

Ligamento peroneo-calcáneo.

Ligamento deltoideo (interno): Es un ligamento robusto que estabiliza el tobillo en el lado medial, previniendo la eversión excesiva del pie.

Ligamentos subastragalinos: Ayudan a estabilizar la articulación subastragalina, especialmente los ligamentos calcáneo-maleolares y el ligamento en Y, que previenen la inestabilidad de la articulación del tobillo.

Tipos de Fracturas de Tobillo

Las fracturas de tobillo se dividen en varias categorías según el trazo de fractura y las estructuras ligamentarias involucradas. Entre las más comunes están:

Fracturas del maléolo externo:

Estas fracturas pueden ser transversales, espiroideas o conminutas (cuando hay múltiples fragmentos óseos).

Se clasifican según la relación con los ligamentos peroneo-tibiales, utilizando la Clasificación de Weber:

Weber A: Fracturas infra-ligamentarias, por debajo de la sindesmosis tibio-peronea.

Weber B: Fracturas intra-ligamentarias, donde la fractura atraviesa el ligamento peroneo-tibial.

Weber C: Fracturas supra-ligamentarias, que se producen por encima del nivel de la sindesmosis, con un alto riesgo de inestabilidad.

Fracturas del maléolo interno:

Estas fracturas pueden estar asociadas con avulsión de ligamentos o ser consecuencia de un traumatismo en rotación, lo que provoca la ruptura del ligamento deltoideo.

Pueden acompañarse de fracturas de otros componentes del tobillo o del maléolo externo.

Fracturas del maléolo posterior (fractura de Destot):

Este tipo de fractura afecta la porción posterior de la tibia y a menudo se asocia con lesiones del ligamento peroneo-tibial posterior, lo que compromete aún más la estabilidad del tobillo.

Fracturas bimaleolares y trimaleolares:

Las fracturas bimaleolares implican fractura tanto del maléolo externo como del interno, lo que genera inestabilidad importante de la articulación del tobillo.

Las fracturas trimaleolares incluyen la fractura del maléolo posterior además de los otros dos maléolos, lo que requiere una intervención quirúrgica más compleja.

Mecanismos de Lesión

Las fracturas de tobillo generalmente se clasifican según el mecanismo de lesión, el cual determina el tipo de fractura y el patrón del daño:

Lesiones en aducción o supinación:

Estas lesiones ocurren cuando el tobillo sufre una torsión interna (aducción) o una inversión (supinación) excesiva.

Se pueden producir fracturas por avulsión del maléolo externo o rupturas del ligamento lateral externo.

Fractura horizontal del maléolo externo es una lesión típica en este tipo de mecanismo.

Lesiones en abducción o pronación:

Este mecanismo implica un traumatismo en eversión, donde el pie se mueve hacia afuera. Las fracturas que resultan de este mecanismo incluyen:

Fractura del maléolo interno.

Ruptura del ligamento peroneo-tibial anterior con diástasis.

Fractura del peroné, que puede ser oblicua o espiroidea.

Fracturas por rotación externa:

Ocurren cuando el pie sufre una rotación externa excesiva. Las fracturas suprasindesmales, como la fractura de Maisonneuve, son ejemplos típicos de este mecanismo. Este tipo de fractura afecta el tercio proximal del peroné.

Diagnóstico

El diagnóstico radiográfico es clave para identificar el tipo de fractura y planificar el tratamiento adecuado. Las radiografías se utilizan para visualizar los trazos de fractura, la alineación ósea y las posibles lesiones asociadas.

En algunos casos, se requieren radiografías dinámicas para evaluar la estabilidad ligamentaria. Las radiografías en estrés pueden ayudar a identificar lesiones de los ligamentos del tobillo, especialmente cuando no se observa una fractura evidente.

Las reglas de Ottawa para el tobillo permiten reducir la necesidad de radiografías en pacientes con lesiones menores de tobillo. Según estas reglas, solo se deben realizar radiografías si el paciente presenta dolor en zonas específicas como:

Dolor a la palpación en el maleolo lateral o medial.

Incapacidad para apoyar el peso corporal inmediatamente después de la lesión y en la consulta.

Estas reglas ayudan a disminuir el número de radiografías innecesarias, lo que evita exponer a los pacientes a radiación cuando no es necesario. La aplicación correcta de estas reglas puede reducir el uso de radiografías en hasta un 50 % de los casos.

Tratamiento de las Fracturas de Tobillo

Tratamiento Conservador

Fracturas no desplazadas o fracturas estables pueden tratarse de manera conservadora sin cirugía. El tratamiento consiste en la inmovilización con yeso durante un período de 5 a 6 semanas. Este enfoque se utiliza principalmente en fracturas:

Infrasindesmales, que no afectan a la sindesmosis tibio-peronea.

Fracturas sin desplazamiento importante de los fragmentos óseos.

El uso de un yeso funcional permite la movilización temprana de las articulaciones no involucradas, mejorando el pronóstico y reduciendo el riesgo de complicaciones como la rigidez articular.

Tratamiento Quirúrgico

El tratamiento quirúrgico está indicado en fracturas de tobillo que son desplazadas, inestables, o que involucran la sindesmosis. Las indicaciones específicas para la cirugía incluyen:

Fracturas que no pueden mantenerse en una posición adecuada con tratamiento conservador.

Fracturas con diástasis (separación de la sindesmosis tibio-peronea), que requieren estabilización quirúrgica para evitar la inestabilidad crónica.

Fracturas bimaleolares o trimaleolares, que son inestables debido al compromiso de múltiples estructuras óseas y ligamentarias.

Opciones Quirúrgicas

Osteosíntesis con placas y tornillos: Esta es la opción más común para tratar fracturas desplazadas del tobillo. La osteosíntesis permite alinear los fragmentos óseos y estabilizar la articulación para que la fractura pueda consolidarse correctamente.

Placas de compresión se utilizan en fracturas del peroné o la tibia, y se fijan con tornillos que mantienen la estabilidad durante la consolidación.

En fracturas que comprometen la sindesmosis, se colocan tornillos de sindesmosis o dispositivos especiales para unir la tibia y el peroné temporalmente hasta que la cicatrización se complete.

Reparación ligamentaria: En casos donde existe daño ligamentario significativo, como una ruptura del ligamento lateral interno (LLI) o lesiones de la sindesmosis, se realiza una reparación quirúrgica para restaurar la estabilidad articular.

Fijación temporal de la sindesmosis: En las fracturas con diástasis de la sindesmosis tibio-peronea, es necesario estabilizar la sindesmosis mediante la colocación de un tornillo transindesmal, que fija temporalmente los huesos hasta que los ligamentos cicatricen.

Seguimiento Postoperatorio

Después de la cirugía, el seguimiento es crucial para asegurar una buena consolidación y prevenir complicaciones. Los protocolos de manejo postoperatorio dependen de la estabilidad del montaje quirúrgico:

Si el montaje es estable, el uso de yeso puede limitarse a 2-3 semanas. En algunos casos, no se necesita yeso postoperatorio.

Se recomienda el inicio progresivo de la marcha con apoyo parcial, tan pronto como el dolor lo permita, para estimular la recuperación funcional.

La rehabilitación funcional (RF) es esencial para recuperar el rango de movimiento de la articulación, mejorar la propiocepción (conciencia del cuerpo en el espacio) y prevenir la pérdida de fuerza muscular.

Complicaciones de las Fracturas de Tobillo

Algodistrofia simpática refleja: También conocida como síndrome de dolor regional complejo, es una complicación que puede aparecer tras una fractura de tobillo o después de una cirugía. Se caracteriza por dolor severo, edema, cambios en la piel y rigidez. El tratamiento incluye fisioterapia intensiva, analgésicos y medicamentos para controlar el dolor neuropático.

Consolidación en valgo o varo: La consolidación en una posición anormal (deformidad en varo o valgo) puede resultar en una alineación defectuosa del tobillo, lo que afecta la función de la articulación y puede provocar artrosis postraumática a largo plazo.

Artrosis: La artrosis postraumática es una complicación común de las fracturas de tobillo, especialmente si la fractura afecta la superficie articular. La pérdida de congruencia en la articulación puede llevar a la degeneración del cartílago y al desarrollo de artrosis.

Callos viciosos: La formación de un callo óseo mal alineado (callo vicioso) puede generar problemas funcionales y estéticos. Dependiendo de la severidad de la deformidad, puede ser necesario realizar una osteotomía correctiva.

Inestabilidad crónica: Las fracturas que no se tratan adecuadamente, especialmente las que afectan la sindesmosis o los ligamentos, pueden llevar a una inestabilidad crónica del tobillo. Esto puede requerir cirugía reconstructiva para reparar los ligamentos dañados.

Infección: Las fracturas abiertas y las intervenciones quirúrgicas presentan un riesgo de infección. Las infecciones severas pueden complicar el proceso de consolidación ósea y requerir una cirugía adicional para limpiar la herida y administrar antibióticos.

Tratamientos para las Complicaciones

Artrodesis: En los casos graves de artrosis postraumática, donde el dolor y la pérdida de funcionalidad son significativos, se puede realizar una artrodesis tibioastragalina, que consiste en fusionar las superficies articulares del tobillo para eliminar el dolor.

Prótesis total de tobillo: Es una opción más moderna en pacientes seleccionados, donde se reemplaza la articulación del tobillo por una prótesis artificial. Aunque este procedimiento no es tan común como la artroplastia de cadera o rodilla, puede proporcionar alivio del dolor y restaurar la movilidad en pacientes con artrosis avanzada.

5. Fracturas del Pilón Tibial

Definición y Clínica

Las fracturas del pilón tibial son lesiones complejas que afectan el extremo distal de la tibia e involucran tanto la superficie articular como la metáfisis de la tibia. Estas fracturas son típicamente el resultado de lesiones de alta energía, como caídas desde altura o accidentes automovilísticos, donde se produce una compresión axial.

Síntomas principales:

Dolor intenso.

Deformidad evidente.

Impotencia funcional para realizar cualquier tipo de carga o apoyo sobre la extremidad afectada.

Mecanismo Lesional

El mecanismo más común es la compresión axial, que provoca una fractura por aplastamiento de la parte distal de la tibia.

En algunos casos, las fracturas pueden acompañarse de cizallamiento de los fragmentos óseos, lo que aumenta la complejidad del tratamiento y la probabilidad de secuelas a largo plazo.

Clasificación de las Fracturas del Pilón Tibial

Fracturas con ruptura metafisiaria parcial: Solo una parte de la cortical de la tibia está afectada, mientras que la otra permanece intacta.

Fracturas marginales anteriores y posteriores.

Fracturas sagitales: Estas fracturas atraviesan la tibia en un plano sagital.

Fracturas espiroideas: Pueden irradiarse hacia el pilón tibial y comprometer la superficie articular.

Fracturas con ruptura metafisiaria total: Afectan completamente la cortical del hueso, y pueden presentar desplazamiento o no. Estas fracturas pueden producir una deformidad significativa si no se tratan adecuadamente.

Tratamiento de las Fracturas del Pilón Tibial

El tratamiento de estas fracturas depende de la gravedad del desplazamiento y el daño a la superficie articular. El objetivo principal es restaurar la anatomía del hueso y asegurar la congruencia articular para prevenir el desarrollo de artrosis.

Opciones Quirúrgicas:

Reconstrucción de la superficie articular

La reconstrucción anatómica de la superficie articular es uno de los objetivos más importantes en el tratamiento de las fracturas del pilón tibial. Los fragmentos óseos deben alinearse y estabilizarse mediante la colocación de clavijas y tornillos. Este proceso permite restaurar la función articular y prevenir la aparición de artrosis postraumática.

Las fracturas del pilón tibial requieren especial cuidado en la reducción anatómica para evitar el desarrollo de incongruencia articular o deformidades permanentes que afecten la función del tobillo.

Osteosíntesis anatómica del peroné:

En las fracturas del pilón tibial, el peroné también suele estar involucrado. Es esencial restablecer la longitud y la alineación del peroné mediante la colocación de placas y tornillos, lo que ayuda a estabilizar la articulación del tobillo y facilitar la curación del hueso.

Este procedimiento de osteosíntesis anatómica también mejora la capacidad del tobillo para soportar el peso y moverse de manera funcional.

Fijación externa:

En fracturas más graves o en pacientes con lesiones abiertas, se utiliza un tutor externo o fijador externo para estabilizar el tobillo y la tibia mientras se maneja el proceso de consolidación. El tutor externo puede colocarse entre la tibia y el astrágalo, o entre la tibia y el calcáneo, dependiendo de la gravedad de la lesión.

Este método permite una estabilización temporal mientras se espera la recuperación de las partes blandas o una cirugía definitiva.

Complicaciones

Las fracturas del pilón tibial tienen un alto riesgo de complicaciones debido a la gravedad de las lesiones y el compromiso de la superficie articular:

Artrosis postraumática: Debido al daño en la superficie articular, estas fracturas tienden a desarrollar artrosis en el tobillo, lo que puede causar dolor crónico y limitación funcional.

Deformidades: Si no se logra una reducción anatómica adecuada, pueden desarrollarse deformidades que afecten la alineación del tobillo y la pierna, lo que puede requerir cirugías correctivas en el futuro.

Infección: Las fracturas abiertas, especialmente aquellas tratadas con fijadores externos, tienen un mayor riesgo de infecciones, lo que puede complicar la consolidación y requerir tratamientos adicionales.

Pseudoartrosis: La falta de consolidación del hueso es otra complicación que puede requerir cirugía de revisión para estabilizar nuevamente el hueso y promover la curación.

6. Fracturas en Niños y Adolescentes

Particularidades de las Fracturas en Pacientes Pediátricos

Las fracturas en niños y adolescentes tienen características específicas debido a la presencia de cartílago de crecimiento (fisis), lo que influye en el manejo y el pronóstico de las fracturas.

Las fracturas que afectan la fisis pueden alterar el crecimiento normal del hueso, lo que puede resultar en deformidades o discrepancias en la longitud de las extremidades si no se tratan correctamente.

Clasificación de las Fracturas en Niños

Clasificación de Salter-Harris:

Esta clasificación se utiliza para describir las fracturas que afectan el cartílago de crecimiento. Se divide en cinco tipos principales:

Salter-Harris I: Fractura a través de la fisis sin afectación de la metáfisis ni la epífisis.

Salter-Harris II: Fractura que atraviesa la fisis y la metáfisis, pero no la epífisis.

Salter-Harris III: Fractura que atraviesa la fisis y la epífisis.

Salter-Harris IV: Fractura que atraviesa la metáfisis, la fisis y la epífisis.

Salter-Harris V: Lesión por compresión de la fisis sin fractura evidente, lo que puede llevar a un cierre prematuro del cartílago de crecimiento.

Fracturas triplanares:

Estas fracturas son complejas y suelen involucrar tres planos diferentes (sagital, coronal y axial), lo que las hace más difíciles de reducir y tratar. Estas fracturas suelen requerir reducción quirúrgica abierta y osteosíntesis para asegurar una curación adecuada y evitar deformidades permanentes.

Manejo de las Fracturas en Niños

El tratamiento depende de la localización y el tipo de fractura, pero en general, el objetivo es:

Restaurar la alineación anatómica para prevenir alteraciones en el crecimiento.

Inmovilización con yeso en las fracturas estables o mínimamente desplazadas.

En las fracturas más complejas o que afecten la fisis, se prefiere la reducción quirúrgica abierta para asegurar una adecuada consolidación sin dañar el cartílago de crecimiento.

Complicaciones en Niños

Trastornos del crecimiento: Si la fractura afecta la fisis, existe un riesgo de epifisiodesis prematura (cierre precoz del cartílago de crecimiento), lo que puede causar deformidades angulares como genu varo o genu valgo, o diferencias en la longitud de las extremidades.

Discrepancia en la longitud de las extremidades: Las fracturas que afectan la fisis pueden provocar un crecimiento desigual entre las extremidades, lo que puede requerir una epifisiodesis asimétrica o una cirugía para corregir la diferencia de longitud.

7. Complicaciones Generales de las Fracturas del Tobillo

1. Artrosis Postraumática

La artrosis es una de las complicaciones más comunes a largo plazo de las fracturas articulares, como las del tobillo y el pilón tibial. La alteración de la congruencia articular provoca un desgaste prematuro del cartílago y puede resultar en dolor crónico, rigidez y limitación funcional.

En los casos avanzados, la artrosis puede requerir tratamiento con artrodesis (fusión articular) o la colocación de una prótesis de tobillo.

2. Algodistrofia Simpática Refleja

También conocida como síndrome de dolor regional complejo (SDRC), es una condición que puede aparecer después de una fractura o cirugía del tobillo. Se caracteriza por dolor severo, inflamación, cambios en la piel y disminución del movimiento.

El tratamiento incluye fisioterapia intensiva, medicamentos para el dolor neuropático, y en algunos casos, bloqueos nerviosos.

3. Pseudoartrosis

Si la fractura no consolida adecuadamente, puede desarrollarse una pseudoartrosis (falsa articulación), en la que los fragmentos óseos no se unen. Esto provoca dolor crónico, inestabilidad y riesgo de fracturas secundarias.

La pseudoartrosis requiere tratamiento quirúrgico para revisar la fijación y promover la consolidación ósea.

4. Infecciones

Las fracturas abiertas y las cirugías en los tobillos tienen un riesgo elevado de infecciones, especialmente si hay compromiso de las partes blandas. Las infecciones pueden complicar el proceso de curación y, en casos graves, requerir la extracción del material de fijación y la administración de antibióticos.

5. Consolidación en Valgo o Varo

Si la fractura no se reduce correctamente, puede consolidarse en una posición incorrecta, lo que resulta en deformidades angulares (genu varo o genu valgo). Estas deformidades afectan la función del tobillo y pueden provocar dolor y desgaste prematuro de la articulación.

Las deformidades graves pueden requerir cirugía correctiva (osteotomía) para restablecer el alineamiento correcto del tobillo.

6. Inestabilidad Crónica

Las fracturas que involucran los ligamentos, como la sindesmosis tibio-peronea, pueden causar inestabilidad crónica si no se reparan adecuadamente. Esto puede provocar que el tobillo se sienta inestable durante el apoyo, especialmente durante actividades físicas.

La inestabilidad crónica puede requerir cirugía reconstructiva para reparar los ligamentos y restaurar la estabilidad de la articulación.