RESUMEN TEMA 3
TEMA 3- POLITRAUMA Y COMPLICACIONES RESUMEN
1. Definición y Clasificación del Politraumatismo
El politraumatismo se refiere a la presencia de múltiples lesiones traumáticas que afectan a diferentes sistemas u órganos del cuerpo, de las cuales al menos una es potencialmente mortal y puede comprometer la vida del paciente si no recibe atención médica inmediata y adecuada.
El paciente politraumatizado es aquel que, a consecuencia de un accidente, presenta:
- Lesiones múltiples: Las lesiones pueden ser óseas, viscerales, vasculares, neurológicas, o de tejidos blandos.
- Afectación de dos o más sistemas: El politrauma afecta a múltiples áreas del cuerpo (p. ej., cráneo, tórax, abdomen, extremidades) y requiere una evaluación multidisciplinaria rápida y eficaz.
Clasificación del Politraumatismo
- Politraumatismo con afectación exclusiva del sistema musculoesquelético (Polifracturado): Son pacientes que presentan múltiples fracturas sin lesiones viscerales o neurológicas.
- Politraumatismo visceral: Pacientes que presentan lesiones graves en órganos internos como el cerebro, los pulmones, el hígado, el corazón, los riñones, entre otros, sin necesariamente tener fracturas óseas.
- Politraumatismo mixto: Combinación de lesiones musculoesqueléticas y viscerales. Este tipo de paciente suele ser el más grave, debido a la combinación de daño estructural óseo con compromiso vital de órganos internos.
El manejo del politraumatizado requiere una evaluación rápida y un enfoque integral que permita estabilizar las lesiones que representan un riesgo inminente para la vida, mientras se prioriza la corrección quirúrgica de las fracturas y otras lesiones estructurales.
Factores de Riesgo y Causas Frecuentes de Politraumatismo
Los accidentes y situaciones que comúnmente generan politraumatismos incluyen:
- Accidentes de tráfico: Son la causa más frecuente de politraumatismo. Las colisiones a alta velocidad, el atropello de peatones o ciclistas, y las caídas de motociclistas son ejemplos comunes.
- Caídas desde altura: Las lesiones por precipitaciones, ya sea desde edificios, escaleras o accidentes laborales, son otra causa importante de politraumatismos. Estas caídas pueden producir fracturas múltiples, lesiones cerebrales y daños viscerales.
- Aplastamientos: Este tipo de trauma ocurre en accidentes industriales, derrumbes o catástrofes naturales, donde partes del cuerpo son comprimidas por objetos pesados.
- Lesiones por objetos penetrantes: Incluyen heridas por armas de fuego o arma blanca, que pueden afectar tanto estructuras óseas como órganos internos. Son comunes en situaciones de violencia urbana o conflictos armados.
2. Mortalidad en el Paciente Politraumatizado
La mortalidad en los pacientes politraumatizados sigue un patrón temporal bien establecido, dividido en tres fases:
Fase Inmediata (Primeros Minutos)
En esta fase, aproximadamente el 50% de las muertes ocurren de forma inmediata en el lugar del accidente o en los minutos siguientes al trauma. Las principales causas son:
- Lesiones cerebrales graves: Como hematomas subdurales, lesiones axonales difusas, o fracturas de cráneo con daño cerebral masivo.
- Lesiones medulares altas: Que comprometen las funciones respiratoria y cardiovascular, especialmente si se lesionan los segmentos cervicales superiores (C1-C4).
- Hemorragia masiva: Causada por rupturas de grandes vasos, como la aorta o arterias femorales, o por lesiones viscerales en órganos muy vascularizados (hígado, bazo).
En esta fase, es muy difícil prevenir la mortalidad, ya que la mayoría de los fallecimientos ocurren antes de que el paciente llegue al hospital o reciba asistencia médica. Las medidas de prevención como el uso de cinturones de seguridad, cascos, y normativas de seguridad vial, juegan un papel esencial en la reducción de la mortalidad en esta fase.
Fase Precoz (Primeras Horas-Días)
Esta fase es responsable de aproximadamente el 30-40% de las muertes en pacientes politraumatizados y suele ocurrir en las primeras horas o días tras el accidente. Las principales causas incluyen:
- Obstrucción de la vía aérea: Puede deberse a edema laríngeo, traumatismos faciales, fracturas mandibulares, o aspiración de sangre o vómito.
- Neumotórax o hemotórax: Lesiones torácicas que comprometen la ventilación y el intercambio gaseoso.
- Hemorragias internas: Lesiones abdominales (roturas hepáticas, esplénicas), fracturas pélvicas inestables o sangrado retroperitoneal, que no se controlan a tiempo.
- Traumatismos craneoencefálicos: Hematomas epidurales o subdurales, que si no se evacúan de manera oportuna, pueden generar herniación cerebral y muerte.
En esta fase, la mortalidad puede reducirse significativamente con una atención médica adecuada y rápida, que incluye reanimación, control de la hemorragia y el manejo quirúrgico temprano de las lesiones más graves. La ventana dorada de las primeras horas es crucial para el pronóstico del paciente.
Fase Tardía (Semanas Posteriores)
En esta fase, que corresponde al 10% de las muertes, las causas más comunes son:
- Sepsis: Infecciones sistémicas secundarias a lesiones abiertas, fracturas expuestas o complicaciones postquirúrgicas. La sepsis no tratada o mal controlada puede progresar a choque séptico y fallo multiorgánico.
- Fallo multiorgánico (FMO): El fallo de dos o más órganos, como los pulmones, el hígado, los riñones o el corazón, es la principal causa de muerte en esta fase. Suele estar relacionado con la respuesta inflamatoria sistémica al trauma, infecciones no controladas, o complicaciones derivadas del manejo inicial.
La prevención de la mortalidad en esta fase implica el control estricto de las infecciones y un manejo adecuado en unidades de cuidados intensivos, donde se proporciona soporte respiratorio, hemodinámico y renal según sea necesario.
3. Tipos de Shock en el Politraumatismo
El shock es una complicación frecuente en pacientes politraumatizados, y puede presentarse en diferentes formas según el mecanismo fisiopatológico. La identificación y el tratamiento temprano del tipo de shock es esencial para mejorar el pronóstico.
Shock Hipovolémico
El shock hipovolémico es la causa más común de shock en el politraumatismo y ocurre por la pérdida significativa de volumen sanguíneo, que puede ser secundaria a:
- Hemorragias externas: Resultantes de heridas abiertas o fracturas expuestas con daño vascular.
- Hemorragias internas: Las más comunes son las causadas por lesiones abdominales (ruptura hepática, esplénica) o fracturas pélvicas, que pueden producir sangrados masivos en el espacio retroperitoneal.
- Pérdida de líquidos en los tejidos lesionados: Cuando ocurre una lesión importante de tejidos blandos o quemaduras extensas, se produce un secuestro de líquidos en los tejidos dañados (tercer espacio), lo que reduce el volumen circulante efectivo.
Características clínicas:
- Hipotensión: Debido a la pérdida del volumen intravascular.
- Taquicardia: Es una respuesta compensadora del cuerpo para mantener la perfusión a órganos vitales.
- Piel fría, pálida y sudorosa: Refleja la vasoconstricción periférica como mecanismo compensatorio para redistribuir el flujo sanguíneo a los órganos vitales.
- Llenado capilar retardado y disminución de la diuresis: Indicadores de hipoperfusión tisular.
Tratamiento:
- Restauración del volumen intravascular: El tratamiento inicial consiste en la administración rápida de líquidos intravenosos, generalmente soluciones cristaloides (como el Ringer lactato o solución salina) para mantener la perfusión tisular.
- En casos de hemorragia masiva, es necesaria la transfusión de hemoderivados (glóbulos rojos, plasma fresco congelado, plaquetas) para restaurar el volumen sanguíneo y corregir las alteraciones en la coagulación.
- Control de la hemorragia: Debe realizarse de inmediato, ya sea mediante compresión directa, taponamiento, procedimientos quirúrgicos, o embolización de los vasos sangrantes si es necesario.
Shock Neurogénico
El shock neurogénico ocurre por una lesión del sistema nervioso central, generalmente una lesión medular alta, que provoca una interrupción de la inervación simpática. Esto genera una pérdida del tono vasomotor, lo que conduce a vasodilatación generalizada, disminución de la resistencia vascular.
Características Clínicas
- Hipotensión: Resultante de la vasodilatación masiva, que disminuye la resistencia vascular periférica.
- Bradicardia: A diferencia del shock hipovolémico, en el shock neurogénico no se observa taquicardia compensatoria, ya que la respuesta simpática está bloqueada.
- Piel caliente y seca: La pérdida del tono vasomotor causa vasodilatación, lo que provoca una redistribución del flujo sanguíneo hacia la periferia.
Tratamiento
El tratamiento del shock neurogénico se basa en restaurar el tono vascular y estabilizar el sistema nervioso:
- Administración de líquidos intravenosos: Inicialmente se administran cristaloides para asegurar la perfusión, pero la respuesta a los líquidos suele ser limitada.
- Uso de vasopresores: Dado que la vasodilatación es el principal problema, los vasopresores como la norepinefrina o la dopamina son esenciales para restaurar la presión arterial y el tono vascular.
- Estabilización de la columna cervical: Si la lesión medular es la causa del shock, es crucial estabilizar la columna con un collar cervical rígido y mantener la alineación espinal. Si es necesario, se realiza una intervención quirúrgica para descomprimir la médula.
- Tratamiento del daño neurológico: Incluye la administración de corticosteroides en las primeras horas después de la lesión medular para reducir la inflamación y el edema.
Pronóstico
El shock neurogénico, si se trata de manera oportuna, puede revertirse con éxito. Sin embargo, si no se maneja adecuadamente, puede llevar a una hipoperfusión tisular prolongada, con consecuencias graves como fallo multiorgánico o incluso la muerte.
Shock Séptico
El shock séptico es una complicación tardía que puede desarrollarse en el paciente politraumatizado debido a infecciones secundarias no controladas, como infecciones de heridas quirúrgicas, neumonías o infecciones abdominales. Es el resultado de la respuesta inflamatoria sistémica a una infección, que genera vasodilatación masiva, disfunción endotelial y finalmente, hipoperfusión de los órganos vitales.
Características Clínicas
- Fiebre o hipotermia.
- Hipotensión persistente a pesar de la reposición adecuada de líquidos.
- Taquicardia y taquipnea.
- Confusión mental o alteración del estado de conciencia.
- Signos de fallo multiorgánico: Disminución de la diuresis, alteración de las pruebas hepáticas, dificultad respiratoria (síndrome de distrés respiratorio agudo).
Tratamiento
- Antibioticoterapia: Iniciar antibióticos de amplio espectro lo antes posible, tras la toma de cultivos, para controlar la infección subyacente.
- Reposición de líquidos: El manejo del shock séptico requiere una administración agresiva de líquidos intravenosos para mantener la perfusión tisular.
- Vasopresores: Si la hipotensión persiste después de la administración de líquidos, se deben administrar vasopresores como norepinefrina para mantener la presión arterial.
- Soporte multiorgánico: Dependiendo del grado de afectación orgánica, puede ser necesario soporte ventilatorio (ventilación mecánica), soporte renal (diálisis) o soporte hemodinámico avanzado.
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4. Protocolo ATLS (Advanced Trauma Life Support)
El manejo inicial de los pacientes politraumatizados sigue las pautas del protocolo ATLS (Advanced Trauma Life Support), cuyo objetivo es identificar y tratar de manera rápida y eficaz las lesiones que representan una amenaza inmediata para la vida.
Fases del ATLS
Evaluación Primaria (ABCDE)
La evaluación primaria se realiza de acuerdo con el enfoque sistemático ABCDE, que tiene como objetivo estabilizar las funciones vitales y priorizar la atención a las lesiones más graves:
- A (Airway): Garantizar la vía aérea permeable. Es fundamental asegurar que el paciente pueda respirar adecuadamente, lo que puede implicar la colocación de una tubo endotraqueal en caso de obstrucción o compromiso de la vía aérea, siempre protegiendo la columna cervical si se sospecha de una lesión espinal.
- B (Breathing): Evaluar y asegurar la ventilación. Se debe descartar la presencia de lesiones torácicas que afecten la respiración, como neumotórax a tensión, hemotórax, tórax inestable, entre otras. Se utilizan técnicas como el drenaje torácico en caso de neumotórax o ventilación mecánica si es necesario.
- C (Circulation): El objetivo es el control de la hemorragia y la estabilización hemodinámica. Esto implica detener cualquier sangrado visible, administrar líquidos intravenosos y productos sanguíneos, y monitorizar el estado hemodinámico del paciente.
- D (Disability): Se evalúa el estado neurológico del paciente utilizando la Escala de Coma de Glasgow (GCS), para determinar el nivel de consciencia y la respuesta neurológica. Las alteraciones en la GCS pueden indicar lesiones cerebrales graves o compromiso medular.
- E (Exposure): Desnudar completamente al paciente para realizar una exploración exhaustiva y exponer todas las áreas lesionadas. Esto permite detectar lesiones ocultas. Al mismo tiempo, es importante prevenir la hipotermia, cubriendo al paciente con mantas y utilizando líquidos tibios para las infusiones intravenosas.
Evaluación Secundaria
Una vez que se han controlado las amenazas inmediatas para la vida, se realiza una evaluación secundaria más detallada. Esto incluye:
- Historia clínica utilizando la mnemonica AMPLE (Alergias, Medicamentos, Patologías previas, Última comida, Eventos relacionados con el accidente).
- Exploración física exhaustiva, que incluye palpación de todas las regiones del cuerpo en busca de fracturas ocultas, hematomas, o lesiones internas.
- Pruebas de imagen adicionales, como radiografías del tórax, pelvis y extremidades, además de tomografías computarizadas (TC) para evaluar con mayor detalle las lesiones internas.
Evaluación Terciaria
Durante la evaluación terciaria, se realiza una revisión completa de los sistemas para detectar lesiones no evidentes en las evaluaciones iniciales. Esto puede incluir exámenes de laboratorio adicionales, análisis de gases en sangre, ecografías FAST (Focused Assessment with Sonography for Trauma), estudios angiográficos, y más. La evaluación terciaria también implica una monitorización continua del paciente para detectar signos de deterioro que puedan requerir intervenciones adicionales.
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5. Manejo Quirúrgico del Paciente Politraumatizado
El enfoque quirúrgico en el paciente politraumatizado debe ser individualizado según la condición fisiológica y la estabilidad del paciente. Existen dos estrategias principales para el manejo quirúrgico:
Early Total Care (ETC)
El enfoque de Early Total Care (ETC), que fue la estrategia predominante en las décadas de 1980 y 1990, consiste en realizar la fijación quirúrgica definitiva de todas las fracturas durante las primeras 24-48 horas tras el trauma. La ventaja de este enfoque es que permite estabilizar completamente al paciente en un solo tiempo quirúrgico, evitando la necesidad de múltiples intervenciones.
Sin embargo, estudios posteriores demostraron que en pacientes inestables o graves, la agresividad quirúrgica del ETC podía aumentar el riesgo de complicaciones debido al "segundo golpe" inflamatorio. La cirugía extensa en pacientes con shock, hipoxia o acidosis podía provocar un síndrome de respuesta inflamatoria sistémica (SIRS) severo, que incrementaba la mortalidad.
Damage Control Orthopedics (DCO)
El enfoque más reciente es el de Damage Control Orthopedics (DCO), que prioriza la estabilización rápida y temporal de las fracturas y lesiones graves sin someter al paciente a cirugías extensas. La idea principal es minimizar la agresión quirúrgica inicial, permitiendo que el paciente se recupere fisiológicamente antes de realizar la corrección definitiva.
El DCO sigue tres fases:
- Fase de Rescate o Control del Daño: Se estabilizan las fracturas graves mediante fijadores externos o dispositivos temporales, sin realizar cirugías definitivas.
- Reanimación y Estabilización Fisiológica: Se reanima al paciente con líquidos intravenosos, hemoderivados, y se corrigen las alteraciones metabólicas (acidosis, hipoxia, coagulopatía). El paciente es tratado en la unidad de cuidados intensivos (UCI) hasta que su estado hemodinámico sea estable.
- Fase Definitiva: Una vez que el paciente se ha estabilizado fisiológicamente, se procede a la cirugía definitiva de las fracturas y otras lesiones estructurales. Este proceso puede ocurrir varios días o incluso semanas después del trauma inicial.
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6. Síndrome de Aplastamiento
El síndrome de aplastamiento, también conocido como síndrome de Bywaters, es una complicación grave que ocurre como resultado de la compresión prolongada de los tejidos musculares. Esta compresión provoca la destrucción del tejido muscular (rabdomiólisis), liberando mioglobina y otros productos tóxicos en el torrente sanguíneo, lo que puede llevar a insuficiencia renal aguda y otras complicaciones sistémicas.
Mecanismo Fisiopatológico
- La compresión prolongada interrumpe el flujo sanguíneo a los músculos, causando necrosis tisular. Las células musculares dañadas liberan mioglobina, potasio y otras sustancias tóxicas en la circulación sistémica.
- La mioglobina, cuando se libera en grandes cantidades, es filtrada por los riñones, donde puede obstruir los túbulos renales, provocando necrosis tubular aguda y fallo renal.
- La liberación masiva de potasio desde los músculos dañados puede causar hiperpotasemia, que a su vez puede inducir arritmias cardíacas fatales.
Manifestaciones Clínicas
El síndrome de aplastamiento se manifiesta clínicamente por:
- Dolor y edema en las extremidades afectadas.
- Oscurecimiento de la orina debido a la presencia de mioglobina (mioglobinuria).
- Insuficiencia renal aguda con disminución de la producción de orina (oliguria o anuria).
- perpotasemia: Niveles elevados de potasio en sangre que pueden provocar arritmias cardíacas potencialmente fatales.
- Shock hipovolémico: Puede desarrollarse debido a la pérdida masiva de líquidos hacia los tejidos dañados.
Diagnóstico
El diagnóstico del síndrome de aplastamiento se realiza clínicamente en combinación con estudios de laboratorio. Los hallazgos más comunes incluyen:
- Elevación de los niveles séricos de creatinfosfoquinasa (CPK), un marcador de daño muscular.
- Mioglobinuria: Presencia de mioglobina en la orina, que puede hacer que la orina se vea oscura o marrón.
- Alteraciones electrolíticas, especialmente hiperpotasemia, que debe ser tratada de forma inmediata.
Tratamiento
El tratamiento del síndrome de aplastamiento se basa en prevenir o minimizar las complicaciones sistémicas:
- Hidratación agresiva: Se administran grandes cantidades de líquidos intravenosos (6-12 litros por día) para diluir la mioglobina en la sangre y aumentar la diuresis, ayudando a prevenir la insuficiencia renal.
- Alcalinización de la orina: Se pueden administrar bicarbonato de sodio para alcalinizar la orina y reducir la precipitación de mioglobina en los túbulos renales.
- Diuréticos: En algunos casos, se administran diuréticos como la furosemida para aumentar el flujo urinario.
- Corrección de la hiperpotasemia: Si los niveles de potasio están elevados, se administran resinas de intercambio iónico, insulina con glucosa o incluso se puede realizar hemodiálisis en casos graves.
- Fasciotomía: Si hay signos de síndrome compartimental (dolor desproporcionado, tensión muscular), se debe realizar una fasciotomía para aliviar la presión en el compartimento muscular afectado y evitar la necrosis muscular.
Pronóstico
Si el síndrome de aplastamiento no se trata de manera oportuna, puede progresar a insuficiencia renal aguda y causar muerte por arritmias cardíacas o shock. Con el tratamiento adecuado, la mayoría de los pacientes se recupera, aunque algunos pueden necesitar diálisis temporal.
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7. Síndrome Compartimental
El síndrome compartimental es una complicación grave que puede ocurrir después de un traumatismo, fracturas, quemaduras o lesiones por aplastamiento, en la que el aumento de la presión dentro de un compartimento muscular cerrado compromete la perfusión capilar, lo que lleva a isquemia tisular y finalmente a necrosis muscular y nerviosa si no se trata de manera oportuna.
Fisiopatología
Los compartimentos musculares están rodeados por fascias que no se expanden fácilmente. Cuando se produce una lesión dentro de un compartimento (p. ej., fractura, sangrado, edema), el aumento de volumen dentro de ese espacio causa una elevación de la presión intracompartimental. Esta presión elevada comprime los vasos sanguíneos, lo que disminuye la perfusión tisular y provoca isquemia.
Si no se trata, el síndrome compartimental puede llevar a una necrosis irreversible de los músculos y nervios dentro del compartimento afectado, lo que resulta en contracturas (como la contractura isquémica de Volkmann), pérdida funcional del miembro, o incluso la necesidad de amputación.
Causas Comunes
- Fracturas: Especialmente las fracturas de la tibia y el antebrazo, que son las más comúnmente asociadas con síndrome compartimental.
- Vendajes compresivos o yesos ajustados: Si no se dejan lo suficientemente holgados, pueden aumentar la presión dentro del compartimento.
- Lesiones por aplastamiento y quemaduras: Causan daño tisular extenso y edema, lo que aumenta la presión intracompartimental.
- Sangrado dentro del compartimento: Puede ocurrir en pacientes anticoagulados o con trastornos de la coagulación.
Manifestaciones Clínicas
- Dolor intenso: El dolor es desproporcionado al tipo de lesión y empeora con el estiramiento pasivo del músculo afectado.
- Tensión muscular: El compartimento afectado está tenso y duro al tacto.
- Alteraciones sensoriales: El paciente puede experimentar entumecimiento o parestesia (hormigueo) en el área inervada por los nervios que pasan por el compartimento.
- Disminución del pulso: Esto puede ocurrir en etapas avanzadas, aunque la presencia de un pulso no descarta el síndrome compartimental.
- Déficit motor: Puede haber debilidad muscular en los estadios más avanzados, indicando daño neurológico.
Diagnóstico
El diagnóstico del síndrome compartimental es principalmente clínico, basado en la presentación clásica de dolor severo y tensión en el compartimento afectado. Sin embargo, en casos dudosos o para confirmar el diagnóstico, se puede medir la presión compartimental utilizando un manómetro. Una presión intracompartimental superior a 30 mmHg es indicativa de síndrome compartimental.
Tratamiento
El tratamiento de emergencia del síndrome compartimental es la fasciotomía. Este procedimiento quirúrgico implica hacer una incisión en la fascia que rodea el compartimento para liberar la presión y restablecer el flujo sanguíneo adecuado a los músculos y nervios.
- Retiro inmediato de vendajes o yesos ajustados: Si la causa es un vendaje o yeso demasiado ajustado, debe retirarse de inmediato.
- Fasciotomía: Si la presión dentro del compartimento no disminuye rápidamente después de retirar cualquier vendaje, se realiza una fasciotomía de urgencia para evitar la necrosis tisular.
- Seguimiento: Después de la fasciotomía, el paciente debe ser monitorizado de cerca para asegurarse de que la presión en el compartimento se normalice y no haya necrosis posterior.
Complicaciones
- Contractura isquémica de Volkmann: Si el síndrome compartimental no se trata, la necrosis muscular puede llevar a la formación de cicatrices y contracturas permanentes, que afectan gravemente la función del miembro afectado.
- Infección: Puede ocurrir como complicación de la fasciotomía, especialmente si no se cierra adecuadamente la incisión o si la necrosis muscular ya estaba presente.
- Amputación: En casos graves donde la necrosis tisular es extensa, puede ser necesario amputar el miembro afectado para evitar la progresión de la infección o el fallo sistémico.
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8. Síndrome de Embolismo Graso
El síndrome de embolismo graso es una complicación rara pero grave que puede ocurrir después de fracturas de huesos largos, como el fémur o la tibia. Este síndrome se produce cuando gotas de grasa, liberadas desde la médula ósea, entran en el torrente sanguíneo y forman émbolos que viajan a los pulmones, el cerebro y otros órganos, provocando síntomas sistémicos.
Fisiopatología
- Tras una fractura de un hueso largo, los glóbulos de grasa de la médula ósea pueden liberarse en el torrente sanguíneo. Estos glóbulos viajan a través de la circulación sistémica y se alojan en los capilares pulmonares, cerebrales y cutáneos, donde bloquean los capilares. Los glóbulos de grasa, al obstruir los capilares, generan una respuesta inflamatoria local que compromete el flujo sanguíneo y afecta la integridad de los tejidos. Además, la lipasa liberada por los pulmones y otros órganos puede descomponer los glóbulos de grasa en ácidos grasos libres, que son tóxicos para el endotelio capilar, lo que agrava el daño vascular y aumenta la permeabilidad capilar, desencadenando la fuga de fluidos a los tejidos circundantes.
Presentación Clínica
El síndrome de embolismo graso se presenta generalmente dentro de las primeras 24 a 72 horas posteriores a la lesión, aunque puede tardar más en manifestarse. Los síntomas son variables y dependen de los órganos afectados, pero el cuadro clásico incluye:
- Afección pulmonar (100% de los casos): Los pacientes suelen desarrollar insuficiencia respiratoria aguda con síntomas que incluyen:
- Disnea (dificultad para respirar).
- Hipoxemia: Baja concentración de oxígeno en la sangre, que puede evolucionar hacia un síndrome de distrés respiratorio agudo (SDRA).
- Taquipnea (respiración rápida) y taquicardia.
- Afección del sistema nervioso central (SNC) (80% de los casos): Los síntomas neurológicos son muy variados y pueden ir desde desorientación o confusión hasta coma. Esto se debe a los microémbolos grasos que obstruyen los vasos cerebrales, provocando isquemia.
- Cambios en el nivel de consciencia.
- Alteraciones visuales o convulsiones en los casos más graves.
- Petequias (33% de los casos): Las petequias son un signo característico del síndrome de embolismo graso y suelen aparecer en la parte superior del cuerpo (especialmente en el tórax, axilas, conjuntivas y cuello). Estas pequeñas manchas rojas en la piel son el resultado de la oclusión de capilares cutáneos por émbolos grasos.
- Otros síntomas: Fiebre, anemia leve y trombocitopenia también pueden estar presentes como resultado de la inflamación sistémica y el daño capilar.
Diagnóstico
El diagnóstico del síndrome de embolismo graso es clínico y se basa en la presencia de signos y síntomas característicos en un paciente que ha sufrido una fractura de huesos largos o un traumatismo significativo. No hay una prueba diagnóstica definitiva, pero se puede utilizar una combinación de criterios clínicos y de laboratorio.
Criterios de Gurd y Wilson
Estos criterios se utilizan para diagnosticar el síndrome de embolismo graso:
- Insuficiencia respiratoria (hipoxemia).
- Alteraciones neurológicas (confusión, letargia, coma).
- Petequias.
- Taquicardia y fiebre.
- Trombocitopenia.
- Anemia.
- Afecciones retinianas.
- Grasa en orina o esputo.
- Hipoxemia leve.
Se considera diagnóstico cuando se cumplen al menos un criterio mayor y cuatro criterios menores.
Estudios de imagen y laboratorio
- Radiografía de tórax: Puede mostrar opacidades difusas en ambos campos pulmonares, sugiriendo edema pulmonar o síndrome de distrés respiratorio agudo.
- Gasometría arterial: Puede revelar hipoxemia severa y alcalosis respiratoria debido a la hiperventilación.
- Ecocardiografía transesofágica: Puede detectar embolización grasa en la circulación pulmonar.
- Resonancia magnética (RM) cerebral: En pacientes con síntomas neurológicos, puede mostrar lesiones focales isquémicas en el cerebro debido a microembolismos grasos.
Tratamiento
El tratamiento del síndrome de embolismo graso es de soporte y se centra en manejar los síntomas respiratorios, neurológicos y hemodinámicos.
- Soporte respiratorio: La insuficiencia respiratoria es el problema más grave, por lo que se administra oxígeno suplementario. En casos más severos, se puede requerir ventilación mecánica para asegurar una oxigenación adecuada.
- Cuidado hemodinámico: En casos de hipotensión o shock, se administran líquidos intravenosos y, si es necesario, vasopresores para mantener una adecuada perfusión tisular.
- Estabilización precoz de fracturas: Es fundamental estabilizar las fracturas de huesos largos lo antes posible, utilizando métodos como la fijación externa o interna, para evitar la liberación continua de glóbulos de grasa desde la médula ósea al torrente sanguíneo.
- Corticosteroides: Aunque su uso es controvertido, algunos estudios sugieren que los corticosteroides pueden reducir la respuesta inflamatoria sistémica y prevenir el desarrollo del síndrome de embolismo graso en pacientes de alto riesgo.
Pronóstico
El pronóstico depende de la gravedad del síndrome y de la rapidez con la que se inicie el tratamiento. En la mayoría de los casos, el síndrome de embolismo graso es autolimitado y los pacientes se recuperan completamente con el manejo adecuado. Sin embargo, los casos graves con insuficiencia respiratoria o neurológica pueden ser fatales.
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9. Síndrome de la Respuesta Inflamatoria Sistémica (SIRS) y Sepsis en Politraumatizados
Definición y Criterios de SIRS
El Síndrome de la Respuesta Inflamatoria Sistémica (SIRS) es una respuesta inflamatoria generalizada que ocurre en el cuerpo como reacción a un insulto grave, como trauma, sepsis, quemaduras o cirugía mayor. Aunque SIRS puede ocurrir sin infección, en muchos casos se asocia con infecciones graves, lo que lo convierte en un precursor de la sepsis.
Los criterios de SIRS se definen por la presencia de al menos dos de los siguientes:
- Fiebre (>38°C) o hipotermia (<36°C).
- Taquicardia: Frecuencia cardíaca superior a 90 latidos por minuto.
- Taquipnea: Frecuencia respiratoria superior a 20 respiraciones por minuto o PaCO₂ <32 mmHg.
- Leucocitosis (>12,000 células/μL) o leucopenia (<4,000 células/μL).
Sepsis
La sepsis es una complicación potencialmente fatal que ocurre cuando una infección desencadena una respuesta inflamatoria sistémica. En pacientes politraumatizados, la sepsis es más frecuente debido a heridas abiertas, fracturas expuestas, uso prolongado de catéteres o ventilación mecánica prolongada.
Manifestaciones Clínicas de Sepsis
- Fiebre o hipotermia.
- Taquicardia, taquipnea y disminución de la presión arterial.
- Confusión mental o delirium.
- Disfunción orgánica múltiple: Puede afectar al sistema cardiovascular (shock), los riñones (oliguria), los pulmones (insuficiencia respiratoria), el hígado y el sistema nervioso central.
Shock Séptico
Es una forma grave de sepsis caracterizada por una hipotensión persistente que no responde a la administración de líquidos intravenosos, lo que requiere el uso de vasopresores para mantener la perfusión tisular. Los pacientes en shock séptico presentan una mortalidad elevada, especialmente si no reciben tratamiento inmediato.
Tratamiento del SIRS y la Sepsis en Politraumatizados
- Control de la fuente de infección: Se debe identificar y tratar la causa subyacente de la infección, lo que puede implicar desbridamiento de tejidos necrosados, drenaje de abscesos o reparación quirúrgica de fracturas expuestas.
- Antibioticoterapia precoz: Se inicia tratamiento antibiótico empírico de amplio espectro, idealmente después de obtener muestras para cultivos (sangre, orina, heridas).
- Reposición de líquidos y soporte hemodinámico: Los pacientes con sepsis a menudo requieren grandes volúmenes de líquidos intravenosos para mantener una perfusión adecuada. Si no responden a los líquidos, se administran vasopresores como norepinefrina.
- Soporte multiorgánico: Los pacientes en sepsis severa o shock séptico a menudo requieren soporte ventilatorio, hemodiálisis o soporte cardiovascular en unidades de cuidados intensivos.
Pronóstico
El pronóstico depende de la gravedad de la sepsis y la rapidez con la que se inicie el tratamiento. La sepsis severa y el shock séptico tienen una alta mortalidad, especialmente si no se identifican y tratan las infecciones subyacentes de manera oportuna.
Los pacientes con sepsis severa o shock séptico presentan un pronóstico reservado, con tasas de mortalidad que oscilan entre el 20 y el 50%, dependiendo de factores como la edad, el estado inmunológico del paciente, el número de órganos afectados, la velocidad con que se inició el tratamiento y la gravedad de las infecciones subyacentes.
Los factores que empeoran el pronóstico incluyen:
- Retraso en la administración de antibióticos.
- Infecciones polimicrobianas o infecciones por patógenos resistentes a los antibióticos.
- Disfunción multiorgánica: Especialmente cuando se ven afectados los riñones, el hígado o los pulmones.
- Comorbilidades preexistentes como diabetes, insuficiencia cardíaca o enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
Una intervención precoz, el manejo en unidades de cuidados intensivos y la identificación oportuna de la fuente de infección son esenciales para mejorar el pronóstico en pacientes politraumatizados con sepsis o SIRS.
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10. Coagulopatía Traumática
La coagulopatía traumática es una complicación común y grave en los pacientes politraumatizados. Esta condición se caracteriza por una alteración de los mecanismos de coagulación, que puede resultar tanto en sangrado incontrolado como en trombosis. La coagulopatía traumática se desarrolla en respuesta a múltiples factores, como la pérdida masiva de sangre, la hipotermia, la acidosis y las alteraciones metabólicas que ocurren durante el trauma.
Fisiopatología
La coagulopatía traumática es multifactorial y puede ser provocada por:
- Hemorragia masiva: La pérdida significativa de sangre reduce la cantidad de factores de coagulación disponibles, lo que compromete la capacidad del cuerpo para formar coágulos.
- Hipotermia: Es frecuente en los politraumatizados, debido a la exposición al frío durante la atención inicial y la pérdida de sangre. Las bajas temperaturas alteran la actividad enzimática de los factores de coagulación, afectando el proceso de formación de coágulos.
- Acidosis: La acidosis metabólica, que ocurre por la hipoperfusión tisular y la acumulación de productos ácidos como el lactato, altera el funcionamiento de las proteínas implicadas en la coagulación.
- Dilución: La administración masiva de líquidos intravenosos y hemoderivados sin reposición adecuada de factores de coagulación puede diluir los componentes del sistema hemostático, lo que agrava la coagulopatía.
- Lesión tisular: La activación del sistema inmunológico y la respuesta inflamatoria generan la liberación de mediadores inflamatorios que, en algunos casos, desencadenan un síndrome de coagulación intravascular diseminada (CID).
Manifestaciones Clínicas
Los pacientes con coagulopatía traumática presentan signos de hemorragia incontrolada:
- Sangrado difuso: A través de heridas quirúrgicas, mucosas, y drenajes.
- Hematomas: Formación de moretones extensos, incluso en áreas sin traumatismo evidente.
- Hemorragias internas: Pueden desarrollarse hemorragias en cavidades como el tórax, el abdomen o el espacio retroperitoneal, sin un control adecuado de la hemorragia.
Diagnóstico
El diagnóstico de la coagulopatía traumática se realiza mediante:
- Tiempos de coagulación alterados: El tiempo de protrombina (TP) y el tiempo parcial de tromboplastina activada (TTPA) están prolongados en pacientes con coagulopatía traumática.
- Conteo bajo de plaquetas: Indica que el sistema hemostático está comprometido.
- Fibrinógeno bajo: El fibrinógeno es crucial para la formación de coágulos, y sus niveles disminuyen en casos de coagulopatía traumática.
- Pruebas de coagulación viscoelástica (ROTEM o TEG): Estos métodos proporcionan información en tiempo real sobre la calidad de la coagulación y ayudan a guiar la reposición de componentes sanguíneos.
Tratamiento
El tratamiento de la coagulopatía traumática tiene como objetivo restaurar la hemostasia y minimizar el sangrado. Las intervenciones incluyen:
- Reposición de sangre y componentes sanguíneos: Se administra una combinación de glóbulos rojos, plasma fresco congelado y plaquetas para reponer los factores de coagulación y los elementos formadores de coágulos.
- Ácido tranexámico: Un antifibrinolítico que se utiliza para reducir la degradación de los coágulos y mejorar la coagulación. Debe administrarse en las primeras tres horas tras el trauma para ser efectivo.
- Calcio: La hipocalcemia es común en los pacientes con transfusiones masivas debido a los efectos de los anticoagulantes en la sangre almacenada. Se administra calcio para restaurar los niveles normales y mejorar la coagulación.
- Calentamiento del paciente: Para prevenir la hipotermia, se utilizan dispositivos de calentamiento externo, así como líquidos y hemoderivados tibios.
- Reposición de fibrinógeno: Si los niveles de fibrinógeno están disminuidos, se administra crioprecipitado o concentrado de fibrinógeno.
- Corrección de la acidosis: La administración de bicarbonato de sodio o el control de la perfusión tisular puede ayudar a revertir la acidosis metabólica.
Complicaciones
La coagulopatía no tratada puede llevar a:
- Hemorragias masivas: Que ponen en riesgo la vida del paciente.
- Coagulación intravascular diseminada (CID): Puede desarrollarse en pacientes con coagulopatía no controlada y se caracteriza por la formación de microtrombos y sangrado simultáneo, que a menudo es fatal.
Pronóstico
La coagulopatía traumática es un factor importante que contribuye a la mortalidad en los pacientes politraumatizados. El pronóstico depende de la rapidez con la que se identifique y trate la coagulopatía, así como del control adecuado del sangrado. La tríada letal de coagulopatía, acidosis e hipotermia es una causa frecuente de muerte en el contexto de politraumatismo grave.
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11. Lesión Pulmonar Aguda y Síndrome de Distrés Respiratorio Agudo (SDRA)
Definición
El síndrome de distrés respiratorio agudo (SDRA) es una complicación respiratoria grave que puede desarrollarse en pacientes politraumatizados, especialmente aquellos con lesiones torácicas, quemaduras o infecciones graves. El SDRA se caracteriza por una inflamación difusa de los pulmones, aumento de la permeabilidad capilar pulmonar y acumulación de líquido en los alvéolos, lo que compromete gravemente el intercambio gaseoso.
Fisiopatología
El SDRA ocurre cuando la barrera entre los capilares pulmonares y los alvéolos se vuelve más permeable debido a la inflamación. Esto permite que el líquido se filtre hacia los alvéolos, llenándolos y evitando el intercambio de oxígeno. A medida que los pulmones se llenan de líquido y se inflaman, se reduce la distensibilidad pulmonar, lo que hace que el paciente requiera mayores esfuerzos respiratorios o ventilación mecánica.
El SDRA suele ser provocado por una respuesta inflamatoria sistémica desencadenada por:
- Lesiones pulmonares directas: Como traumatismos torácicos o contusiones pulmonares.
- Lesiones pulmonares indirectas: Como sepsis, embolismo graso o síndrome compartimental.
Manifestaciones Clínicas
Los pacientes con SDRA desarrollan síntomas respiratorios graves:
- Disnea intensa.
- Hipoxemia severa: Que no responde a la administración de oxígeno suplementario.
- Taquipnea y fatiga respiratoria.
- Estertores pulmonares: Al auscultar los pulmones, se escuchan estertores crepitantes por la acumulación de líquido en los alvéolos.
Diagnóstico
El diagnóstico de SDRA se basa en criterios clínicos y radiológicos:
- Hipoxemia refractaria: Una relación PaO₂/FiO₂ menor de 300, que indica un intercambio gaseoso gravemente comprometido.
- Radiografía de tórax o tomografía: Que muestra opacidades bilaterales difusas (similar a un edema pulmonar) sin evidencia de insuficiencia cardíaca que justifique el edema.
- Exclusión de causas cardíacas: Es necesario descartar que el edema pulmonar sea secundario a una insuficiencia cardíaca o a un aumento de la presión venosa pulmonar.
Tratamiento
El manejo del SDRA se basa en proporcionar soporte respiratorio y controlar la causa subyacente:
1. Ventilación mecánica: Los pacientes con SDRA generalmente requieren ventilación mecánica para mejorar el intercambio de gases. Se emplean estrategias de ventilación con bajo volumen corriente.
- La ventilación mecánica es esencial en pacientes con síndrome de distrés respiratorio agudo (SDRA), con el objetivo de mejorar el intercambio de gases y reducir el riesgo de daño pulmonar inducido por el ventilador.
- Se utilizan estrategias de ventilación protectora, con volúmenes corrientes bajos (6 ml/kg de peso ideal), para prevenir la sobre-distensión alveolar y el barotrauma, que pueden agravar la lesión pulmonar.
- El uso de presión positiva al final de la espiración (PEEP) es fundamental para mantener los alvéolos abiertos y evitar el colapso alveolar (atelectasia), lo que mejora la oxigenación.
- En casos de hipoxemia refractaria, puede ser necesario el uso de maniobras de reclutamiento alveolar, ventilación en decúbito prono (colocación del paciente boca abajo) o incluso oxigenación por membrana extracorpórea (ECMO) en situaciones críticas.
- Soporte hemodinámico:
- Los pacientes con SDRA frecuentemente requieren soporte hemodinámico para asegurar una perfusión tisular adecuada, ya que pueden desarrollar hipotensión como resultado de la ventilación mecánica con PEEP elevada o debido a la respuesta inflamatoria sistémica.
- Se administran líquidos intravenosos de manera cuidadosa, ya que el exceso de líquidos puede empeorar el edema pulmonar. El manejo de fluidos debe ser restrictivo, optimizando la perfusión sin sobrecargar los pulmones.
- Si la presión arterial se mantiene baja, a pesar de la adecuada administración de líquidos, se utilizan vasopresores como la norepinefrina.
- Tratamiento de la causa subyacente:
- Es fundamental tratar la causa subyacente del SDRA, ya sea sepsis, neumonía, traumatismo torácico o cualquier otra etiología. En casos de infecciones, la antibioticoterapia es crucial.
- En pacientes con trauma torácico, el manejo del neumotórax o el hemotórax subyacente, así como la corrección quirúrgica de fracturas costales o tórax inestable, puede ser necesario.
- Corticosteroides:
- El uso de corticosteroides en el SDRA es controvertido, pero algunos estudios sugieren que pueden ser útiles en la fase tardía de la enfermedad para reducir la respuesta inflamatoria sistémica. No obstante, su uso debe ser cuidadosamente monitorizado debido al riesgo de complicaciones infecciosas.
Complicaciones del SDRA
El SDRA es una complicación grave que, si no se maneja adecuadamente, puede conducir a varias complicaciones:
- Fibrosis pulmonar: En algunos casos, especialmente en la fase tardía del SDRA, puede desarrollarse fibrosis pulmonar, lo que lleva a una pérdida permanente de la función pulmonar.
- Neumotórax: Debido a las presiones elevadas utilizadas en la ventilación mecánica, puede ocurrir la ruptura de los alvéolos y la formación de neumotórax.
- Infecciones secundarias: Los pacientes con SDRA prolongado tienen un mayor riesgo de desarrollar infecciones respiratorias, como neumonía asociada a ventilación mecánica.
Pronóstico
El pronóstico del SDRA depende de varios factores, incluidos la causa subyacente, la gravedad de la hipoxemia y la respuesta al tratamiento. La mortalidad en pacientes con SDRA severo puede llegar a ser del 30-50%, y aquellos que sobreviven pueden quedar con disfunción pulmonar crónica.
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12. Insuficiencia Renal Aguda (IRA) en el Paciente Politraumatizado
Definición y Fisiopatología
La insuficiencia renal aguda (IRA) es una complicación frecuente en pacientes politraumatizados, especialmente aquellos que han sufrido un síndrome de aplastamiento, sepsis, shock prolongado o rabdomiólisis. La IRA se caracteriza por una rápida disminución de la función renal, lo que resulta en la acumulación de productos de desecho (urea, creatinina) en la sangre y alteraciones en el equilibrio electrolítico y de fluidos.
Los mecanismos que contribuyen a la insuficiencia renal aguda en estos pacientes incluyen:
- Hipoperfusión renal: Secundaria a la hipotensión prolongada o el shock, que reduce el flujo sanguíneo a los riñones.
- Rabdomiólisis: La liberación de mioglobina por el daño muscular causa obstrucción de los túbulos renales, llevando a necrosis tubular aguda.
- Sepsis: La respuesta inflamatoria sistémica de la sepsis puede causar daño directo a los riñones.
- Fármacos nefrotóxicos: El uso de ciertos medicamentos como antibióticos (aminoglucósidos) o contrastes yodados también puede contribuir al daño renal.
Clasificación
La IRA puede clasificarse en tres categorías principales:
- Prerrenal: Causada por hipoperfusión renal, generalmente debido a la hipotensión o hipovolemia.
- Renal: Involucra daño directo al parénquima renal, como necrosis tubular aguda o nefritis intersticial.
- Postrenal: Ocurre cuando hay obstrucción del flujo urinario, como en la urolitiasis o en lesiones del tracto urinario.
Manifestaciones Clínicas
Los pacientes con insuficiencia renal aguda pueden presentar:
- Oliguria: Disminución del volumen de orina (menos de 400 ml/día).
- Anuria: Ausencia total de producción de orina (menos de 100 ml/día).
- Acumulación de desechos nitrogenados: Lo que produce elevación de los niveles de urea y creatinina en sangre.
- Edema: Debido a la retención de líquidos.
- Hiperpotasemia: Niveles elevados de potasio en sangre, que pueden provocar arritmias cardíacas.
- Acidosis metabólica: El fallo renal impide la excreción de ácidos, lo que provoca una acumulación de ácido en la sangre.
Diagnóstico
El diagnóstico de la insuficiencia renal aguda se basa en:
- Elevación de los niveles de creatinina sérica: Un aumento agudo de la creatinina indica una disminución de la filtración glomerular.
- Disminución del volumen urinario: La oliguria o anuria es un signo clave.
- Análisis de orina: Pueden aparecer cilindros granulosos o hematuria en la necrosis tubular aguda.
- Estudios de imagen: La ecografía renal es útil para descartar causas obstructivas (postrenales) y para evaluar el tamaño y estructura de los riñones.
Tratamiento
El tratamiento de la IRA en el paciente politraumatizado tiene como objetivo restaurar la función renal y corregir las alteraciones metabólicas y electrolíticas:
- Reanimación con líquidos: Se administran líquidos intravenosos (cristaloides) para mejorar la perfusión renal, especialmente en casos de hipoperfusión prerrenal.
- Diuréticos: En algunos casos, se utilizan diuréticos (furosemida) para aumentar la diuresis, aunque su eficacia es limitada en la necrosis tubular aguda.
- Corrección de la hiperpotasemia: En caso de hiperpotasemia severa, se administran insulina con glucosa, resinas de intercambio iónico, o se recurre a hemodiálisis en casos graves.
- Soporte renal: Los pacientes con insuficiencia renal grave o aquellos que no responden al tratamiento médico pueden requerir hemodiálisis o diálisis peritoneal para eliminar los productos de desecho y corregir los desequilibrios electrolíticos.
- Control de la causa subyacente: Es fundamental tratar las causas subyacentes de la IRA, como la rabdomiólisis (con hidratación agresiva), la sepsis (con antibióticos) o el shock (con soporte hemodinámico).
Pronóstico
El pronóstico de los pacientes con insuficiencia renal aguda depende de la causa subyacente y de la rapidez con la que se inicie el tratamiento. En la mayoría de los casos, la IRA es reversible si se trata de manera oportuna, pero los pacientes que desarrollan necrosis tubular aguda severa o que requieren diálisis tienen un pronóstico más reservado. La mortalidad en pacientes politraumatizados con IRA grave puede ser alta, especialmente si se asocia a fallo multiorgánico.